La elección de este pueblo, es debido a varios factores:
1) Los
impresionantes complejos palaciegos que hay.
2) La
posibilidad de visitar un pequeño pueblo indio con no más de 10.000 personas y
así, huir un poco del bullicio de las ciudades.
3) Orchha
está dotada de complejos hoteleros (dos o tres) de pequeña capacidad que nos
permite desconectarnos un poco y de volver a “tradiciones” occidentales, al
estar dotados de equipamientos como piscinas y la posibilidad de realización de
actividades lúdicas como rafting, senderismo, etc. lo cual favorece la economía
local.
4) Asimismo,
en los alrededores está el Río Betwa, lo cual, dota a
todo ese entorno de un marco incomparable para relajarse y adquirir nuevas
energías para el tramo final.
Para llegar a Orchha, y viniendo desde Agra, que es lo más
común, hay que coger un tren hasta la ciudad de Jhansi. El trayecto del tren
entre ambas ciudades, dura 3:30 horas. Seguidamente, al llegar a la estación de
trenes de Jhansi, habrá un gran número de conductores de rickshaws esperando a
los turistas para trasladarlos a Orchha. El precio de la carrera es de unas 250
rupias (unos cuatro euros) y el trayecto es de aproximadamente, unos 45
minutos. En este tipo de carreteras, uno se da cuenta del caos que supone la
conducción en la India y la la violación de todas las señales de tráfico así
como el sentido del carril en el que hay que conducir, que conducen por la
izquierda, una herencia del dominio británico.
Llegamos al hotel (llamado The Orchha Resort) sobre las 14:00 horas y
comimos en el mismo. Había buffet de comida india y nada más terminar, nuestros
cuerpos nos pedían relax y estuvimos unas horas en la piscina del hotel.
Tras diez días de viaje, unas horas de relax eran necesarias. |
Justo detrás de nuestro hotel, había una parte de los palacios reales |
Ya a la vuelta, y cerca de nuestro hotel, descubrimos la
“competencia” del nuestro. Ese hotel, el Betwa Retreat lo aprovechamos para comer allí ya que
vimos que la comida era más tradicional y menos enfocada al turismo, como
ocurría con el nuestro. Además, en las dos noches que comimos allí, había una
actuación de folklore tradicional de la zona.
Al día siguiente, desayunamos en el hotel y fuimos a ver
los monumentos que se encontraban alrededor del hotel. Esta jornada, nos la
tomamos con tranquilidad. Había muchos más monumentos a unos dos kms del hotel
pero preferiamos tomarnos la jornada tranquilos ya que nuestro tren para
Benarés (Varanasi) salía a las 22:30 y claro, el día era muy largo, y no
queríamos llegar molidos por la noche. Dejamos las maletas en la recepción del
hotel y nos fuimos a inspeccionar los monumentos que hacen famoso a Orchha.
Los monumentos que vimos, nos encantó. Es curioso como funciona a veces este país. Los edificios que estaban al lado de nuestro hotel, estaban cerrados pero cuando estabamos leyendo lo que indicaba el cartel, aparece un nativo que dice que no se puede visitar por dentro pero bueno, si le dabamos 50 rupias (unos 70 cts) se “podría” hacer algo. Está claro que no dudamos, le dimos 100 rupias y nos abrió la verja y pudimos disfrutar de inspeccionar todos esos edificios para nosotros solos. Subimos al ultimo piso, sacamos fotos, etc. Vamos, un momento único.
Los monumentos que vimos, nos encantó. Es curioso como funciona a veces este país. Los edificios que estaban al lado de nuestro hotel, estaban cerrados pero cuando estabamos leyendo lo que indicaba el cartel, aparece un nativo que dice que no se puede visitar por dentro pero bueno, si le dabamos 50 rupias (unos 70 cts) se “podría” hacer algo. Está claro que no dudamos, le dimos 100 rupias y nos abrió la verja y pudimos disfrutar de inspeccionar todos esos edificios para nosotros solos. Subimos al ultimo piso, sacamos fotos, etc. Vamos, un momento único.
Posteriormente, ya a eso de las 14:00 fuimos al hotel. Nos
echamos un rato al sol y nos volvimos a bañar un poco en la piscina. Eramos
conscientes que ya en Benarés y en Nepal, no tendríamos esos momentos de
kit-kat. Posteriormente, ya fuimos a cenar al hotel de la competencia y un
pequeño paseo.
Ya a la noche, cogimos el
rickshaw que nos llevaría nuevamente a la estación de Jhansi y nos esperaba un
tren de 12 horas (compartimento para nosotros dos y en litera) hasta una de las
ciudades sagradas de los hindúes, Benarés, o como le llaman ellos, Varanasi.
Posts publicados en este blog sobre India:
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