Bagan, y especialmente sus cientos de templos, es uno de esos lugares que hay que ver en la vida. A la espera de ser declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, el conjunto arquitectónico que contemplamos ante nuestro ojos, será muy difícil de olvidar y hará que que nos sintamos afortunados de ver imágenes tan hermosas.
De todos los
lugares que mi esposa y yo hemos visto en el Sureste Asiático es, quizá junto con Angkor Wat, el que más nos ha impactado. Si a todo ello se le une una inmensa
pradera donde se encuentran dichos templos, que da una sensación de infinito y
libertad, junto con una gentileza
impresionante como demuestran los birmanos, hace que sea un destino con una
simbiosis perfecta.