Tras unos cuatro
años, mi singladura en la India ha terminado. Sensaciones muy extrañas, sin
duda alguna, se juntan estos últimos días en este país, con dimensiones de un
subcontinente y con una cultura única en el mundo.
Por un lado, una
cierta tristeza porque es un intervalo largo que marca a uno mucho en la vida y
otro, porque no decirlo, de tal vez un deseo de volver a sentir y disfrutar
cosas elementales que en otros países, sería normal, aquí muchas veces parece
una excentricidad como el poder caminar o que cualquier trámite, sea un hándicap.
Lógicamente,
durante mi estancia en este país, he podido viajar a través de él y sin lugar a
dudas, lo que más me ha impresionado es su increíble naturaleza, que van desde
montañas eternamente nevadas en Ladakh
a hermosas playas casi vírgenes en Kerala o Goa. También, no nos podemos
olvidar de los paisajes desérticos del Rajastán
o la frondosa selva a los alrededores de Rishikesh.