Mirando el lado positivo, sobretodo el más importante, hemos tenido la suerte de tener una cierta normalización en comparación con la tragedia que ha supuesto en muchos lugares. Aquí, salvo algunas limitaciones, realmente se puede decir que hemos tenido una vida normal y que, salvo el uso de la mascarilla, en muchos aspectos, no hemos notado dicha pandemia.
También, debido a la proximidad de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, en febrero de 2022, esta ciudad, que es donde vivimos mi esposa y yo, está prácticamente aislada incluso con el resto de China, a fin de prevenir posibles brotes y que nada enturbie dicho evento.
Ahora mismo, salir y entrar de Pekín, requiere de PCR y no tener la mala suerte de ir a una ciudad con muchos casos, como está ocurriendo actualmente con la turística ciudad de Xi’an.
Pero por el lado negativo, no hemos tenido la oportunidad de viajar al exterior (no salimos de China desde febrero de 2020) ya que, al volver a este país, se requiere una cuarentena de varias semanas en un hotel designado por el Gobierno, sin posibilidad de elección (para el caso de Pekín, actualmente se cifra en tres) y eso hace, que sinceramente uno desista de salir. Por experiencias de compañeros de trabajo, me han indicado que la comida en dicho hotel, deja bastante que desear y algunos se han visto aquejados a posteriori.
Por tanto, ante este panorama, no nos quedó más remedio que viajar dentro de China. Teniendo en cuenta la superficie de este país, de casi diez millones de kilómetros cuadrados (unas 18 veces más grande que España), y con unos contrastes paisajísticos e incluso etnográficos, que hace que muchas veces prácticamente su nexo de unión sea el idioma. E incluso, a veces ni eso. Este año hemos viajado a zonas como Qinghai o la Prefectura Autónoma de Gannan (en la provincia de Gansu), que era más fácil oír el tibetano que el chino.
Los viajes que realizamos mi esposa y yo fueron, los siguientes:
Durante gran parte del mes de enero, huimos del frío que azota Pekín, que en algunos días llegó a los diecisiete bajo cero. Que mejor zona para escaparnos que gran parte del sur de China y eso fue lo que hicimos.
Concretamente, estuvimos casi una semana en la región de Fujian, donde conocimos la preciosa ciudad de Xiamen y posteriormente, descubrimos una de las arquitecturas más fascinantes y únicas que hay, que son los tulous.
Xiamen. Cualquier diría que estamos en una ciudad china |
La impresionante arquitectura de los tulou |
Seguidamente, estuvimos en la región de Guangdong, cuya capital es Cantón (Guangzhou). Pero aparte de esta gran ciudad, también pudimos disfrutar de la artesanal y tranquila Chaozhou y de una ciudad que, en su tiempo (años veinte del pasado siglo), llegó a competir con Shanghai, Shantou.
La Torre de la Televisión de Cantón, símbolo de la ciudad |
El Puente Guangji de Chaozhou |
Shantou, una ciudad que en los años 20 del siglo pasado, competía con la mismísima Shanghai |
Y como colofón a este viaje de un mes de duración, finalizamos en la localidad de Yangshuo, en la región de Guangxi, con sus impresionantes paisajes de montañas kársticas. Fue un viaje que nos hacía ilusión ya que volvimos unos siete años después de nuestro primer viaje. Muchas cosas, desde entonces, han cambiado. Pero esto es la tónica en China, que incluso cuando nos ausentamos durante unas semanas de Pekín, notamos esas diferencias.
Los hermosos paisajes kársticos de Yangshuo |
En el largo fin de la Semana Santa, hicimos una escapada a la ciudad de Yantai, una de esas urbes fuera de los circuitos turísticos pero que, por su situación privilegiada, justo en la costa, hace que tenga un encanto especial.
Yantai, como se agradece siempre ver el mar |
Para mayo, empezamos lo que podría decirse un gran viaje por la Ruta de la Seda. Volvimos unos días a Pingyao, una de las ciudades donde mejor se preserva la arquitectura tradicional china. Posteriormente, nos dirigimos a Xi’an, que tras unos años volvimos a visitarla. Imposible no quedarse asombrados ante el complejo que conforma los “Guerreros de Terracota”.
La hermosa y ancestral Pingyao |
Imposible irse de China sin ver los Guerreros de Terracota |
Y de ahí, ya se puede decir que es una zona de China prácticamente ausente de turismo extranjero, que fue Lanzhou, Xiahe, Dunhuang y Qinghai. Sin duda, este viaje se nos quedará siempre en la retina porque pudimos ver paisajes y culturas totalmente distintas tales como la tibetana. De hecho, en esta región (Xiahe) es más fácil y cómodo percibir la cultura tibetana debido a las grandes limitaciones que hay para viajar a Tíbet. Por tanto, es un perfecto sustitutivo en caso de encontrar restricciones, ya no para ir, sino incluso yendo, las que nos podremos encontrar perfectamente en Lhasa (capital del Tíbet) con, probablemente, seguimiento por parte de la policía e indicar cada momento de nuestros pasos.
El Río Amarillo, a su paso por Lanzhou |
Empapándonos de cultura tibetana en Xiahe |
Los hermosos alrededores de la ciudad de Dunhuang |
El Lago Salado de Chaka, en la región de Qinghai |
Y ya por último, a mediados de julio, visitamos la costera localidad de Weihai junto con la hermosa Qingdao, con su ineludible arquitectura europea en muchas partes de la ciudad. También, la ciudad donde nació Confucio, Qufu. Estas tres ciudades, se encuentran en la región de Shandong, una de las más hermosas de China.
Otra hermosa ciudad costera de China, Weihai |
Qingdao, con sus calles y edificios que nos recuerda a Europa |
Qufu, lugar de nacimiento de Confucio |
Tras visitar estas ciudades, nos dirigimos posteriormente a las ciudades de Luoyang y Kaifeng, en Henan. Esta región es una de las más históricas de China y viajar a muchas ciudades de esta zona, hace que visitemos urbes con varios siglos (o incluso milenios) de historia.
Las Grutas de Longmen, en Luoyang |
El mercado nocturno de Kaifeng, uno de los más antiguos del mundo. |
Por tanto, dentro de lo que cabe y pese a las ciertas limitaciones incluso dentro de China para viajar, hemos visto bastante.
Para el año 2022, habrá cambios. Este es nuestro último año en Pekín. Previsiblemente, mi esposa y yo volvamos a España (concretamente a Madrid) durante unos dos años. Como somos de Canarias, así nos dará la oportunidad de conocer muchos lugares de los alrededores que no conozcamos e, incluso, la facilidad de poder viajar a muchas ciudades de Europa un fin de semana, cosa que en Canarias, era mucho más difícil, ya no por la duración de los vuelos en si, sino también por las peores frecuencias.
Pero bueno, aún no sabemos con certeza cuál será nuestro próximo destino e incluso, nuestro anhelo sería poder vivir unos años en otra ciudad china, pero ya eso no depende de nosotros. Todo se verá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario