Nuestro último destino en este maravilloso país, nos llevaba
su capital, Phnom Penh. Para planificar una efectiva visita a ella, tal vez lo
mejor sea dedicar una gran parte del día a los horrores que nos dejó los
Jemeres Rojos y luego, otra parte para
visitar los diversos mercados que hay
(ambos lo dedicaré en mi próximo post), y lógicamente, para visitar los lugares
más emblemáticos de la ciudad. Aunque a veces, en el sureste asiático, ya el
callejear es a veces ver un gran museo viviente.
Si en el anterior traslado entre una ciudad y otra, habíamos
utilizado un taxi, en este caso, al preguntar en Battambang, nos pedían 75
dólares (unos 50 euros) por un trayecto de unas cinco horas, nos pareció
excesivo así que recurrimos a utilizar el servicio de autobuses con Mekong Express, que costó 12
dólares (unos 9 euros por persona) y fue un viaje bastante cómodo y además en
una minivan. Además, en Camboya, estos tipos de autobuses hacen un servicio de
puerta a puerta normalmente. Lo cual, con lo relativamente grande que es Phnom
Penh y ante el posible timo de los taxistas de cobrarnos más de la cuenta, es
algo de agradecer.